Para muchas personas, el Año Nuevo es un momento para adoptar nuevos hábitos como un compromiso renovado con la salud personal. Los nuevos entusiastas del acondicionamiento físico llenan los gimnasios y las tiendas de comestibles ansiosos por probar nuevas dietas.
Pero, ¿la evidencia científica respalda las afirmaciones de estas dietas? En un artículo de revisión publicado en la edición del 26 de diciembre de The New England Journal of Medicine, el neurocientífico de Johns Hopkins Medicine, Mark Mattson, Ph.D., concluye que el ayuno intermitente sí lo hace.
El ayuno intermitente: la evidencia científica actual.
Mattson, quien ha estudiado el impacto en la salud del ayuno intermitente durante 25 años y el cual él mismo adoptó hace unos 20 años, escribe que “el ayuno intermitente podría ser parte de un estilo de vida saludable.” Profesor de neurociencia en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, Mattson dice que su nuevo artículo está destinado a ayudar a aclarar la ciencia y las aplicaciones clínicas del ayuno intermitente de manera que pueda ayudar a los médicos a orientar a los pacientes que quieran probarlo.
Las dietas de ayuno intermitente, dice él, generalmente se dividen en dos categorías: alimentación diaria con restricción de tiempo, que reduce los tiempos de alimentación a 6-8 horas por día; y el famoso ayuno intermitente 5:2, en el que las personas se limitan a un tamaño moderado de comida dos días a la semana.
Una serie de estudios en animales y algunos estudios en humanos han demostrado que alternar entre momentos de ayuno y alimentación favorece la salud celular, probablemente desencadenando una antigua adaptación a períodos de escasez de alimentos, llamada transición metabólica. Tal cambio ocurre cuando las células agotan sus reservas de energía provenientes del azúcar, que son de acceso rápido, y comienzan a convertir la grasa en energía en un proceso metabólico más lento.
Mattson dice que los estudios han demostrado que este cambio mejora la regulación del azúcar en la sangre, aumenta la resistencia al estrés y elimina la inflamación. Debido a que la mayoría de los estadounidenses hacen tres comidas más refrigerios cada día, no experimentan el cambio o los beneficios sugeridos.
En el artículo, Mattson señala que cuatro estudios tanto en animales como en personas hallaron que el ayuno intermitente también disminuía la presión arterial, los niveles de lípidos en la sangre y la frecuencia cardíaca en reposo.
Cada vez hay más evidencia de que el ayuno intermitente puede modificar los factores de riesgo asociados con la obesidad y la diabetes, dice Mattson. Dos estudios del NHS Foundation Trust del Hospital Universitario South Manchester, que incluyeron a 100 mujeres con sobrepeso, mostraron que las que llevaban una dieta de ayuno intermitente 5:2 perdían la misma cantidad de peso que las mujeres que restringían las calorías, pero obtuvieron mejores resultados en las medidas de sensibilidad a la insulina y reducción de la grasa del abdomen que las del grupo de reducción de calorías.
Más recientemente, dice Mattson, estudios preliminares sugieren que el ayuno intermitente también podría beneficiar la salud del cerebro. Un ensayo clínico multicéntrico en la Universidad de Toronto en abril, descubrió que 220 adultos sanos, sin obesidad, que llevaron una dieta restringida en calorías durante dos años, mostraron señales de mejora de la memoria en un conjunto de pruebas cognitivas. Aunque se necesita realizar muchas más investigaciones para demostrar los efectos del ayuno intermitente en el aprendizaje y la memoria, Mattson dice que si se encuentra esa evidencia, el ayuno, o un equivalente farmacéutico que lo simule, podría ofrecer intervenciones que pueden evitar la neurodegeneración y la demencia.
Consejos sobre el ayuno intermitente
«Estamos en un punto de transición en el que pronto podríamos considerar agregar información sobre el ayuno intermitente al plan de estudios de la escuela de medicina junto con recomendaciones estandarizadas sobre dietas saludables y ejercicio», dice Mattson.
Mattson reconoce que los investigadores “no entienden completamente los mecanismos específicos del cambio metabólico y que algunas personas no pueden o no quieren seguir rigurosamente” los planes de ayuno. Sin embargo, argumenta que con orientación y algo de paciencia, la mayoría de las personas pueden incorporarlos a su vida. El cuerpo tarda un tiempo en adaptarse al ayuno intermitente y superar los retorcijones de hambre iniciales y la irritabilidad que los acompaña. «Se debe advertir a los pacientes que la sensación de hambre e irritabilidad es común inicialmente y generalmente pasa después de dos semanas a un mes a medida que el cuerpo y el cerebro se acostumbran al nuevo hábito», dice Mattson.
Para superar este obstáculo, Mattson sugiere que los médicos aconsejen a los pacientes que aumenten gradualmente la duración y la frecuencia de los períodos de ayuno en el transcurso de varios meses, en lugar de «hacerlo de golpe». Como con todos los cambios en el estilo de vida, dice Mattson, es importante que los médicos conozcan la ciencia para que puedan comunicar los posibles beneficios, daños y desafíos, y ofrecer apoyo.
Este trabajo fue auspiciado por el Programa de Investigación Intramural del Instituto Nacional del Envejecimiento, de los National Institutes of Health.
Link: https://www.sciencedaily.com/releases/2019/12/191226084351.htm
Fecha: 26 de diciembre de 2019
Fuente: Johns Hopkins Medicine
Fuente de la historia:
Materiales proporcionados por Johns Hopkins Medicine. Nota: El contenido podría haber sido editado en estilo y extensión.
Referencia de la publicación:
Rafael de Cabo, Mark P. Mattson. Effects of Intermittent Fasting on Health, Aging, and Disease (Efectos del ayuno intermitente en la salud, el envejecimiento y las enfermedades). New England Journal of Medicine, 2019; 381 (26): 2541 DOI: 10.1056/NEJMra1905136
Nota: Instituto Nutrigenómica no se hace responsable de las opiniones expresadas en el presente artículo.