Las moscas, que tienen una historia de llevar una dieta alta en azúcares, tienen vidas cortas, incluso después de que su dieta mejora. Esto se debe a que una dieta poco saludable genera la reprogramación, a largo plazo, de la expresión génica, de acuerdo con un equipo de investigadores de la UCL.
Un estudio sobre genética en las moscas
El estudio, publicado hoy en Cell Reports, descubrió que la acción de un gen llamado FOXO, es inhibida en las moscas a las que se daba una dieta alta en azúcares en la primera etapa de su vida, causando efectos a largo plazo. El gen FOXO es importante para la longevidad en una amplia variedad de especies, incluyendo a las levaduras, las moscas, los gusanos y los humanos, por lo que el equipo dice que los hallazgos podrían tener implicaciones mayores.
“El historial alimenticio tiene un efecto duradero en la salud, y ahora conocemos un mecanismo detrás de esto. Pensamos que la reprogramación de los genes de las moscas causada por la dieta alta en azúcares podría ocurrir en otros animales. No tenemos conocimiento de que ocurra en humanos, pero las señales sugieren que podría ser así,” dijo el primer autor, el Dr Adam Dobson, del Instituto de Envejecimiento Sano de la UCL.
El equipo, que incluía a investigadores de la UCL y la Universidad Monash (Australia), comparó los periodos de vida de moscas hembra a las que se dio una dieta saludable que contenía 5% de azúcar con los de aquellas a las que se daba ocho veces esta cantidad. A las moscas, que viven en promedio aproximadamente 90 días, se les dio ambas dietas durante tres semanas antes de que a todas se les diera una dieta saludable.
Los resultados del estudio sobre el azúcar en moscas
Aun con una dieta saludable, las moscas a las que previamente se había dado una dieta alta en azúcares comenzaron a morir más pronto, y en promedio, tenían periodos de vida 7% más cortos. Esto era causado por un cambio en la programación de la fisiología de las moscas causado por la dieta rica en azúcares que se les dio al inicio de la edad adulta.
Para comprender la forma en que la dieta alta en azúcares afectaba la longevidad, los científicos analizaron a las moscas a nivel molecular. Hallaron que la dieta poco saludable promovía cambios moleculares que las asemejaban mucho a moscas con una reducción genética del FOXO.
De manera importante, experimentos posteriores mostraron que los cambios al periodo de vida ocasionados por la dieta dependen del FOXO. Este mecanismo también fue hallado en otras especies, como en los gusanos llamados Caenorhabditis elegans, lo que sugiere que ocurre en una variedad de animales.
El azúcar y el envejecimiento
“El hecho de que llevar una dieta alta en azúcares por corto tiempo acelera el envejecimiento en ambas especies y de la misma forma es bastante alarmante. Es una evidencia más del temor que debemos tener a un exceso de azúcar en la dieta,” dijo el coautor, el profesor David Gems, del Instituto de Envejecimiento Sano de la UCL.
Los hallazgos mejoran nuestra comprensión de la manera en que los cambios en la dieta y la expresión génica afectan la velocidad del envejecimiento.
El autor destacado, el Dr Nazif Alic, del Instituto de Envejecimiento Sano de la UCL, dijo: “La carga de una salud frágil relacionada con la edad está siendo exacerbada por malas dietas, y sabemos que estas pueden causar efectos nocivos a largo plazo al programar nuestra fisiología. Nuestros hallazgos ayudan a comprender cómo las dietas malas pueden tener un impacto en el periodo de vida de los animales. La intervención alimenticia que usamos es extrema – similar a darle a un humano sólo tartas durante dos décadas – pero el mecanismo que descubrimos también podría mediar los efectos a largo plazo de la dieta humana y esta es una idea importante a explorar en el futuro.”
Fuente: eurekalert.org
Fecha: 10 de enero de 2017
Link: https://www.eurekalert.org/pub_releases/2017-01/ucl-hdp010617.php
Fuente: University College de Londres
El trabajo fue auspiciado amablemente por el Biotechnology & Biological Sciences Research Council, el Medical Research Council, la Royal Society, el Wellcome y el Australian Research Council.
Nota: Instituto Nutrigenómica no se hace responsable de las opiniones expresadas en el presente artículo.