Nos hemos olvidado de nuestro pasado. Sabemos de dónde venimos pero no tenemos claro hacia dónde vamos. Nos alejamos demasiado de lo que debería ser el patrón nutricional de un ser humano y luego ocurre lo que ocurre.
Cuando abusamos de alimentos ricos en azúcares, cereales refinados, harinas, etc., provocamos incrementos bruscos de glucosa en sangre y el cuerpo se defiende con una súbita elevación de insulina. Esta hormona desciende la glucemia pero se mantiene varias horas después, con lo que ya tenemos un entorno hormonal propicio para incrementar la grasa a nivel central. Si además uno tiene mala flexibilidad metabólica y resistencia a la insulina, la lipogénesis se potenciará durante varias horas, con lo que su cintura cada vez irá a más. También las proteínas y otros macronutrientes influyen en la secreción de insulina, pero nada puede igualarse a las provocadas por el abuso de glucosa (eso lo conocen muy bien quienes son diabéticos dependientes de insulina). Debes tomar glucosa cuando realmente hay una necesidad, pero cuando no la hay no es necesaria, pues te arriesgas a generar un entorno hormonal obesogénico.
El estrés, el exceso de alimentos ricos en grasas y azúcares, el picoteo constante y el alcohol, provocan en algunos hombres un exceso de aromatización y ello hará que parte de su testosterona se convierta en estrógeno con lo que propiciarán un entorno hormonal favorable para adquirir grasa en regiones más femeninas.
Quienes presentan problemas de hipotiroidismo tienen ralentizado su metabolismo y a pesar de tomar hormona tiroidea sintética su metabolismo queda siempre afectado, pues la necesidad diaria no es constante y la dosis programada suele ser siempre la misma. Además hemos de tener en cuenta que ninguna hormona sintética iguala en eficacia a la que el organismo segrega de forma natural y eso también afecta, aunque sea obligatoria su toma debido a la patología existente.
Como resumen decir que no hay “dieta” milagrosa. Sólo sistemas nutricionales que funcionan siempre que decidas llevarlos a cabo. Uno debe comer entre tres y cinco veces al día, beber fuera de las comidas agua o infusiones sin endulzar, masticar y ensalivar hasta convertir en líquido antes de tragar, moverse más y pensar en positivo.
Estar con más de un 40% de grasa o con menos de un 10% depende de ti, sólo de ti, no de tu genética, ni de tu suerte metabólica. Aunque he de señalar que quien tiene mucha grasa tiene más dificultades para reducirla, pero todo es posible con actitud, constancia y sentido común.
Es muy importante recordar que los altos niveles de grasa (más del 30% del peso corporal en mujeres y más del 20% en hombres) se asocian con inflamación crónica de bajo grado, que a la larga puede provocar serias patologías de índole fisiológico, metabólico y energético (diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, problemas articulares, osteoporosis, cáncer, alzheimer y fatiga crónica entre otras tantas). Ni mucha grasa ni muy poca. La grasa tiene múltiples funciones y los hay delgados que son metabólicamente obesos y los hay grandes y musculosos con un porcentaje bajísimo de grasa que afecta a su funcionamiento óptimo orgánico.
Fecha: 11 septiembre 2018
Fuente: eldiariodenavarra.es por Javier Angulo de Esportium Nutrición
Nota: Instituto Nutrigenómica no se hace responsable de las opiniones expresadas en el presente artículo.