Melatonina, la ‘natural killer’ de la próstata
Los hombres que padecen cáncer en este órgano suelen presentar unos niveles mucho más bajos de esta hormona, que también es una de las encargadas de inducir el sueño. Esta anomalía puede ser una clave importante
Las consecuencias de los trastornos del sueño, como sabemos, pueden ser determinantes en la aparición de algunas enfermedades. Un estudio de la Universidad de Granada (UGR), publicado en la revista Journal of Urology, constató que los hombres con cáncer de próstata tienen niveles sistemáticamente inferiores de melatonina, la hormona que induce al sueño, que aquellos sin cáncer, independientemente de su edad, sintomatología urinaria y la agresividad del tumor.
Para el estudio, los investigadores tomaron seis muestras de saliva por participante, durante veinticuatro horas a 40 hombres diagnosticados de cáncer de próstata y 41 sin esta patología. El objetivo era establecer el pico máximo de producción de melatonina, sus cifras y la hora exacta en la que se producía. Los resultados indicaron que los niveles de melatonina en varones con cáncer de próstata fueron siempre inferiores.
«Se ha demostrado que el tratamiento con melatonina en pacientes con cáncer actúa sobre los genes implicados en el reloj circadiano»
Además de este estudio, existen numerosas referencias sobre la hormona natural killer (NK) o asesina natural, como se denomina científicamente a la melatonina, que evidencian que cumple un importante papel en la inhibición del cáncer y de las metástasis. En concreto, esta hormona impide la división celular y la formación de nuevos vasos sanguíneos que alimenten al cáncer.
El cáncer de próstata es muy común en hombres de edad avanzada, momento en que, de forma natural, existe una disminución en la producción de melatonina. Pero ¿sabemos qué es la melatonina y qué papel juega en el organismo a lo largo de nuestra vida?
La melatonina es la hormona que regula el reloj biológico de nuestro cuerpo. Esa hormona la produce fundamentalmente la glándula pineal entre los 60 y 90 minutos después de dormirnos, aunque también se produce en pequeñas cantidades en otros puntos como el cerebelo, la retina, la piel, la médula ósea y el sistema inmunitario.
En humanos, su producción se inicia a partir de los 3 meses de vida y sus niveles se van incrementando a lo largo de la infancia, hasta llegar a su punto máximo a los 10 años. A partir de los cuarenta, empieza a disminuir de forma paulatina. La secreción de melatonina sigue un ritmo diario, denominado ritmo circadiano, con concentraciones muy bajas durante el día y muy elevadas por la noche. El proceso que segrega la melatonina está controlado por el periodo de luz-oscuridad, y la falta de sueño inhibe su producción. Cuando su función se ve alterada, aparecen las mutaciones genéticas, se reduce la reparación del ADN y se debilita el sistema inmune, lo que lleva a una mayor predisposición a la progresión de tumores.
Por esta razón, para mantener la producción nocturna de melatonina por la glándula pineal, hay que evitar dormir con luces encendidas, sin importar su intensidad, y apagar cualquier tipo de dispositivo electrónico, además de intentar mantener unos horarios de sueño regulares. La melatonina, en contra de lo que se cree, no induce el sueño, sino que fundamentalmente bloquea los mecanismos que generan el estado de vigilia, por lo que su producción durante la noche asegura el cambio paulatino de la vigilia al sueño.
A este respecto, se ha demostrado que el tratamiento con melatonina en pacientes con cáncer actúa interviniendo a nivel celular sobre los genes implicados en el reloj circadiano, volviendo a sincronizar los ritmos alterados. Esto puede llegar a ser potencialmente terapéutico en algunos tipos de tumores, entre ellos, el de próstata. La inclusión de esta hormona en la terapia anticancerosa convencional podría resultar de gran utilidad para reducir el daño molecular provocado por radioterapias o quimioterapias en las células sanas y favorecer, así, la eficiencia de los tratamientos antitumorales.
A pesar de contar con evidencia científica, hay que seguir investigando para establecer los protocolos en cuanto a dosificación óptima a cada paciente y tumor. También son importantes más estudios clínicos aleatorizados para corroborar el potencial terapéutico de la melatonina en la práctica clínica.
De lo que no cabe duda es de que el bajo nivel de toxicidad de la melatonina junto a los efectos antitumorales demostrados, unidos a su bajo coste económico, hacen que esta molécula sea de gran interés en el tratamiento de tumores.
Fecha: 14/04/2023 – 05:00
Fuente: Alimente+ de El Confidencial
Autor: Dr. Martínez-Salamanca
Licenciado en Medicina por la UCM, es Médico Adjunto de Urología en el Hospital Puerta de Hierro desde 2007. Doctor Europeo por la Universidad Autónoma, Jefe de Servicio Asociado del Hospital Rúber Internacional y Fundador de Lyx Instituto de Urología. Además, es profesor colaborador docente de la UAM y profesor asociado de la UFV.