Journal of Translational Medicine 2017
(Estudio – Traducido por Instituto Nutrigenómica – Parte 4 de 5)
Probióticos
Los alimentos fermentados que contienen bacterias del ácido láctico, como los productos lácteos fermentados, representan una fuente de microorganismos que pueden ser ingeridos y que podrían regular de forma beneficiosa la salud intestinal e incluso tratar o prevenir la enfermedad inflamatoria intestinal [82]. Se piensa que cumplen con esto a través de sus efectos en el microbioma intestinal existente (estudios listados en la Tabla 6), además de la posible inducción de las citocinas inflamatorias como la IL-10 [83]. Con base en estas propiedades, los alimentos enriquecidos por estos microorganismos moduladores son denominados como probióticos.
Varios grupos han mostrado una mayor carga bacteriana total después del consumo regular de leche fermentada o yogur [84, 85, 86, 87]. También han sido observados, de forma consistente, incrementos notables de bifidobacterias y/o lactobacilos intestinales beneficiosos, con varios tipos diferentes de probióticos [85, 86, 87, 88, 89, 90, 91, 92, 93, 94, 95, 96, 97]. Una prueba aleatorizada controlada con placebos de 60 adultos saludables con sobrepeso a los que se dieron probióticos que contenían tres cepas de Bifidobacterias, cuatro sepas de Lactobacilos y una cepa de Estreptococos, mostraron incrementos considerables en la concentración de las aerobias totales, anaerobias, Lactobacilos, y Estreptococos en comparación con los sujetos a los que se dio el placebo.
Estos sujetos también tenían un menor número de coliformes totales y Escherichia coli, así como menores niveles de triglicéridos, colesterol total, colesterol LDL, colesterol VLDL y una alta sensibilidad a la proteína C reactiva (hsCRP). Su colesterol HDL y sensibilidad a la insulina mejoraron después de consumir probióticos como suplementos. De manera interesante, se observó que los sujetos con bajos niveles iniciales de HDL, alta resistencia a la insulina y niveles elevados de hsCRP tenían niveles considerablemente menores de Lactobacilos y Bifidobacterias totales con más Escherichia coli y Bacteroides [98].
También se ha mostrado que el yogur que contiene probióticos reduce de manera considerable los niveles de las enteropatógenas E. coli y Helicobacter pylori [94, 99].
Tabla 6
Efectos de los probióticos en la microbiota intestinal
Efectos de los probióticos en la microbiota intestinalOtros beneficios a la salud observados al consumir alimentos lácteos fermentados incluyen la aminoración de los síntomas de intolerancia gastrointestinal [86, 100, 101, 102], un tiempo de tránsito intestinal acelerado [96], un incremento del suero IgA para potenciar la respuesta inmune humoral [90, 93, 94, 103], la inhibición de la adición de patógenos en la mucosa intestinal [104], y una menor distensión abdominal y ascitis en pacientes con enfermedad hepática crónica [99].
Un estudio que analizó las heces de pacientes con síndrome de intestino irritable con diarrea predominante, identificó una menor abundancia de lactobacilos [105]. De manera interesante, los lactobacilos y las bifidobacterias en realidad han sido utilizadas de forma exitosa para la prevención profiláctica de la diarrea de viajero [106].
Polifenoles
Los polifenoles alimenticios, los cuales incluyen a las catequinas, los flavonoles, los flavones, las antocianinas, las proantocianidinas y los ácidos fenólicos, son estudiados activamente por sus propiedades antioxidantes (estudios listados en la Tabla 7). Los alimentos comunes con un gran contenido de polifenoles incluyen a las frutas, semillas, los vegetales, el té, los productos de cacao y el vino [107].
Los géneros bacterianos comúnmente enriquecidos entre los estudios que analizan estas fuentes alimenticias incluyen a las Bifidobacterium y Lactobacillus [56, 108, 109, 110, 111, 112, 113, 114]. También se mostró un incremento de la abundancia relativa de Bacteroides en sujetos que consumían polifenoles del vino tinto [110, 115, 116].
Las bifidobacterias son una cepa probiótica comúnmente utilizada con beneficios para la salud demostrados, como modulación inmune, prevención del cáncer, y de enfermedad inflamatoria intestinal [63].
En términos de mayores beneficios para la salud, el consumo de polifenoles derivados del cacao ha sido relacionado con incrementos considerables en las HDL del plasma y con reducciones significativas en las concentraciones de triacilglicerol y proteína C reactiva en el plasma [112, 117].
Adicionalmente, un estudio que examinó la actividad antibacteriana en los polifenoles frutales halló una alta sensibilidad a estos compuestos en los organismos enteropatógenos Staphylococcus aureus y Salmonella typhimurium [118]. Más aún, se han mostrado reducciones de las especies patogénicas de Clostridium (C. perfringens y C. histolyticum) después de consumir polifenoles de frutas, semillas, vino y té [108, 112, 113, 119, 120, 121, 122].
Tabla 7
Efectos de los polifenoles en la microbiota intestinal
Dietas selectas
Varias dietas populares, incluyendo a la occidental, la libre de gluten, la omnívora, la vegetariana, la vegana y la mediterránea, han sido estudiadas por su capacidad de modular la microbiota intestinal (Fig. 4, estudios listados en la Tabla 8).
En varios estudios, una dieta occidental (alta en proteínas de origen animal y grasas, y baja en fibra) dio como resultado un decremento marcado en los niveles de bacterias totales y de especies beneficiosas de Bifidobacterium y Eubacterium [26, 29, 48]. La dieta occidental también ha sido relacionada con la producción de aminas, las cuales fomentan el cáncer [123, 124].
Fig. 4
Impacto de las dietas populares en la microbiota intestinal y en las enfermedades cardio metabólicas. CDV enfermedad cardiovascular, DM2 diabetes mellitus tipo 2
Tabla 8
Efectos de las dietas especiales en la microbiota intestinal
AGI ácidos grasos insaturados
Sanz et al. pidieron a diez sujetos saludables que llevaran una dieta libre de gluten durante 30 días. Las poblaciones de bacterias saludables decrecieron (Bifidobacterium y Lactobacillus), mientras que las poblaciones de bacterias potencialmente dañinas incrementaron en paralelo a reducciones de consumo de polisacáridos después de iniciar la dieta. En particular, se detectó incremento de E. coli y Enterobacteriaceae total, las cuales podrían incluir a otros patógenos oportunistas [125]. Bonder et al. [126] investigaron de manera similar la influencia de una dieta libre de gluten a corto plazo, notando reducciones de Ruminococcus bromii y Roseburia faecis con un incremento de Victivallaceae y Clostridiaceae.
Las dietas veganas y vegetarianas están enriquecidas con alimentos vegetales fermentables. Un estudio comparó a las dietas veganas y vegetarianas con una dieta sin restricciones, y halló que tanto veganos como vegetarianos tenían niveles considerablemente más bajos de especies de Bifidobacterium y Bacteroides [127] (p < 0.001). De manera interesante, otro estudio halló una diferencia muy modesta en los microbiomas intestinales de veganos en comparación con sujetos omnívoros [128]. La discrepancia entre los dos estudios podría deberse a diferentes metodologías para realizar el perfil de los microbiomas (con base en cultivos vs con base la secuenciación), diferentes dietas de los grupos de control, y/o la genética del huésped. Se necesitarán futuros estudios con un cuidadoso diseño experimental para proporcionar más claves sobre los efectos diferenciales de las dietas vegana y vegetarianas en el microbioma intestinal.
De entre las alternativas, la dieta mediterránea es ampliamente considerada como una dieta balanceada saludablemente. Se distingue por un perfil de ácidos grasos beneficiosos que es rico tanto en ácidos grasos mono insaturados como poliinsaturados, altos niveles de polifenoles y otros antioxidantes, alto consumo de fibra y otros carbohidratos de bajo índice glucémico, y un consumo relativamente mayor de proteínas de origen vegetal que de proteínas de origen animal. Específicamente, el aceite de oliva, la variedad de frutas, vegetales, cereales, leguminosas y nueces; un consumo moderado de pescado, pollo y vino tinto; y un menor consumo de lácteos, carnes rojas, carnes procesadas y azúcares caracterizan a la dieta mediterránea tradicional [129]. De Filippis et al. investigaron los beneficios potenciales de la dieta mediterránea, al comparar a omnívoros, vegetarianos y veganos habituales. Observaron que la dieta de la mayoría de los veganos y los vegetarianos, pero sólo el 30% de los omnívoros, tenía un alto paralelismo con la dieta mediterránea. Detectaron relaciones significativas entre el nivel de paralelismo de sus dietas con la dieta mediterránea y mayores niveles de ácidos grasos de cadena corta fecales, bacterias Pretovella y otras Firmicutes. Al mismo tiempo, un débil paralelismo con la dieta mediterránea fue relacionado con altos niveles de óxido de trimetilamina en la orina, el cual es asociado con un mayor riesgo cardiovascular [41].
Varios estudios más han mostrado que los alimentos típicos de la dieta mediterránea también mejoran la obesidad, el perfil de lípidos y la inflamación. Estos cambios podrían ser provocados por incrementos de Lactobacillus, Bifidobacterium, y Prevotella, y decrementos de Clostridium, derivados de la dieta [49, 110, 114, 130, 131, 132].
Fuente: translational-medicine.biomedcentral.com
Fecha: 8 de abril de 2017
Link: https://translational-medicine.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12967-017-1175-y
Autores: Rasnik K. Singh, Hsin-Wen Chang, Di Yan, Kristina M. Lee, Derya Ucmak, Kirsten Wong, Michael Abrouk, Benjamin Farahnik, Mio Nakamura, Tian Hao Zhu, Tina Bhutani y Wilson LiaoEmail authorView ORCID ID profile
Journal of Translational Medicine 2017 15:73 DOI: 10.1186/s12967-017-1175-y © El(Los) Autor(es) 2017
Nota: Instituto Nutrigenómica no se hace responsable de las opiniones expresadas en el presente artículo.