Para la mayoría de niños en edad escolar, el ser quisquilloso al comer es simplemente una parte normal del crecimiento. Sin embargo, para otros, los comportamientos como la insistencia en comer sólo su alimento favorito –por ejemplo, nuggets de pollo en cada comida — o rehusarse a probar algo nuevo, podría derivar en riesgo de padecer sobre peso o tener bajo peso, malestar gastrointestinal u otros trastornos alimenticios en una etapa posterior de la niñez.
Los padres y otros responsables infantiles a menudo consideran a los niños como quisquillosos para comer por una variedad de razones, sin embargo, no existe una definición formal para el campo de la investigación. Investigadores de estudios familiares y de nutrición de la Universidad de Illinois han colaborado durante los últimos 10 años para comprender las características de los niños quisquillosos para comer, para identificar posibles correlaciones de este comportamiento
El estudio detrás de la conducta alimentaria en niños pequeños
En un nuevo estudio, los investigadores querían ver si los genes quimioreceptores podían tener una posible relación con la quisquillosidad al comer en niños pequeños. Hallaron que ciertos genes relacionados con la percepción del gusto podrían estar detrás de estos hábitos puntillosos.
“Para la mayoría de los niños, ser quisquilloso al comer es una parte normal del desarrollo,” dice Natasha Cole, estudiante de doctorado en la División de Ciencias Nutricionales de la Universidad de Illinois y autora principal del estudio. “No obstante, para algunos niños, el comportamiento es más preocupante.” Cole, quien también es parte del Programa de Prevención Transdisciplinaria de Obesidad de Illinois en la Universidad de Illinois, espera que la investigación pueda ayudar a identificar los puntos determinantes de la quisquillosidad al comer en la infancia temprana.
En paralelo con el estudio de genes de percepción del gusto, los investigadores de la Universidad de Illinois identificaron características comunes de los niños quisquillosos para comer, de edades de 2 a 4 años, y dividieron estos tipos de niños en grupos distintos. Investigaciones adicionales del equipo analizaron la manera en que los estilos de crianza de los padres podrían afectar el la quisquillosidad al comer si los niños exhibían este comportamiento tanto en casa como en las guarderías –con personas que les cuidan en casa o en un lugar fuera de casa.
“Esto ha sido una especie de evolución de la investigación, viendo una interacción en vez de sólo ver al niño por separado, porque cuando comenzamos a intentar definir lo que era un niño quisquilloso, sólo veíamos al niño,” explica Soo-Yeun Lee, profesora del Departamento de Ciencias de los Alimentos y Nutrición Humana de la Universidad de Illinois. “A medida que avanzábamos a diferentes partes de la investigación, nos dimos cuenta de que no se trata sólo del niño, sino también de la persona responsable de este, y del entorno.”
Ahora, están analizando la influencia del factor “innato o adquirido” en la quisquillosidad de un niño al comer.
“Natasha en realidad está analizando más a fondo la predisposición genética de un niño,” dice Lee. “Está analizando los genes receptores del gusto y también algunos de los genes de comportamiento que han sido señalados en las publicaciones médicas. Ha estado analizando el campo completo de la investigación del comportamiento quisquilloso al comer y lo ha clasificado con base en si es ‘innato vs adquirido’. Si es innato, se trata de disposición genética y si es adquirido se trata del entorno y de los responsables del cuidado de los niños.”
La idea, explica Lee, se basa en la hipótesis de una orquídea/diente de león. “Existen ciertos genes –los genes de comportamiento– que hacen al niño más propenso y más sensible a ser más problemático a nivel de comportamiento cuando están presentes influencias externas que podrían no serles de ayuda. Ese es el concepto de la orquídea. Podría ser un niño sensible que no procesa bien los comentarios negativos o las estrategias negativas a la hora de comer que eligen sus padres, contra un niño diente de león quién es muy robusto y resistente a cualquier cosa que se le dé, lo haya adquirido o no”.
“Existe esa delgada línea, y no es sólo lo que se adquiere, el entorno que influye, sino también la susceptibilidad del niño a los estímulos ambientales,” añade Lee.
El estudio genético a fondo tras la conducta alimentaria en niños
Para el estudio, los investigadores recolectaron información sobre el historial de amamantamiento y comportamiento quisquilloso al comer, como la variedad limitada de alimentos, rehusarse a comer ciertos alimentos y luchas por el control, en 153 niños en edad preescolar, según informaron los responsables de su cuidado. También se tomaron muestras de saliva para extracción de ADN y determinación de genotipos.
Los investigadores analizaron la variación genética en polimorfismos de nucleótido único (SNPs por sus siglas en inglés, y pronunciado ‘snips’) de cinco genes candidatos relacionados con la percepción del gusto. De los cinco, dos tenían una relación con la quisquillosidad al comer de los niños de preescolar. Uno (TAS2R38), estaba relacionado con una variedad alimenticios limitada y el otro (CA6), con luchas por el control durante la hora de comida.
Resulta interesante que tanto el gen TAS2R38 como el CA6 están posiblemente relacionados con la percepción del gusto amargo. Por lo tanto, no es sorprendente que sea más probable que los niños que son genéticamente “sensibles al gusto amargo” sean quisquillosos al comer (por ejemplo rechazando las coles de Bruselas o el brócoli). Otros factores quimioreceptores, como el olor, el color y la textura, podrían afectar también el comportamiento al comer. Se necesitarán más estudios para ver cómo son afectadas las preferencias alimenticias de los niños por la apariencia u olor de los alimentos.
Además de continuar analizando relaciones genéticas con la quisquillosidad al comer, Cole también está interesada en comprender la manera en que comienza la quisquillosidad al comer incluso en niños menores de 2 años de edad. La mayoría de las investigaciones al respecto se han centrado en niños mayores de 2 años, pero los hábitos alimenticios comienzan a formarse desde antes. Ella y el equipo de investigación publicaron recientemente otro estudio que revisa el material de investigación respecto a la quisquillosidad para comer en niños menores de 2 años. El estudio trata las asociaciones de este comportamiento desde un modelo ecológico, comenzando con el niño, y continuando con el entorno de este.
“A los dos años, los niños ya saben comer y tienen hábitos bastante establecidos,” afirma Cole. “Hay una enorme laguna en las investigaciones cuando los niños pasan de una dieta principalmente a base de leche, a alimentos que come el resto de la familia.”
Cole añade que las investigaciones que involucran a niños menores de 2 años muestran que 22% de esos niños son percibidos como quisquillosos al comer por sus padres o responsables. Resulta sorprendente que según lo que ella halló, cada mes adicional de la edad del niño estaba relacionado con un incremento en meticulosidad respecto a los alimentos. “Por lo tanto, un niño podría pasar de ser poco quisquilloso a ser muy quisquilloso al comer en menos de un año,” afirma Cole.
Recolectar e integrar esta extensa información es crítico para comprender mejor las interacciones entre lo innato y lo adquirido, ya que muchas preguntas en esta área siguen sin ser resueltas, explica Margarita Teran-García, profesora adjunta de Ciencias de Nutrición, Desarrollo Humano y Estudios Familiares en la Escuela de Medicina Carle Illinois de la Universidad de Illinois y coautora del trabajo de investigación.
Fuente: eurekalert.org
Link: https://www.eurekalert.org/pub_releases/2017-10/uoic-gap100317.php
Fecha: 3 de octubre de 2017
Fuente: Colegio de Ciencias Agrícolas, Ambientales y del Consumidor de la Universidad de Illinois
“Variants in chemosensory genes are associated with picky eating behavior in preschool-age children,» (Las variantes de genes quimioreceptores están asociadas con la quisquillosidad al comer de niños en edad preescolar) ha sido publicado en el Journal of Nutrigenetics and Nutrigenomics. Entre los coautores se encuentran Natasha Chong Cole, Anthony A. Wang, Sharon M. Donovan, Soo-Yeun Lee, Margarita Teran-García, y el equipo STRONG Kids.
Los fondos fueron proporcionados, en parte, por el Instituto Nacional de Alimentos y Agricultura del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, así como por subvenciones del Consejo de Illinois para la Investigación Agrícola y la Iniciativa de Salud y Bienestar de la Universidad de Illinois.
Nota: Instituto Nutrigenómica no se hace responsable de las opiniones expresadas en el presente artículo.
También puede suceder que detrás de esa apariencia de ser «mañoso» o «melindroso» con las comidas pudiera en realidad ocultarse algo más serio: un trastorno del espectro autista. Es por ello que es tan importante informarse, ya que estas personas con este trastorno sufren debido a la ignorancia de dicho tema.