La Enfermedad renal crónica (ERC) afecta a aproximadamente una de cada siete personas adultas. De esos casos, se estima que dos de cada tres pacientes desconocen que la padecen.
Esta patología consiste en una pérdida progresiva de la capacidad que tienen los riñones para filtrar la sangre de forma eficiente.
Dado que la ERC suele desarrollarse sin síntomas evidentes en sus etapas iniciales, los factores clave para afrontarla con éxito son la información, la prevención y —cuando corresponda— un enfoque integral del tratamiento.
Factores de riesgo y vínculo con otros órganos
La presencia de determinados factores de riesgo incrementa significativamente las posibilidades de desarrollar ERC. Entre ellos se encuentran la diabetes, la hipertensión y enfermedades cardiovasculares así como predisposición genética.
La interconexión entre los sistemas cardiovascular, renal y metabólico es subjetiva y real al mismo tiempo: órganos como el corazón, los riñones, el hígado y el páncreas están íntimamente relacionados y pueden influirse entre sí. En palabras de la jefa del Servicio de Nefrología del hospital malagueño: «El corazón, los riñones y los órganos implicados en el metabolismo están estrechamente interconectados y pueden influirse mutuamente. Enfermedades como la diabetes, la insuficiencia cardíaca o la hipertensión aumentan de forma significativa el riesgo de desarrollar enfermedad renal crónica. Por eso, un abordaje integral del paciente y la detección precoz son fundamentales para evitar complicaciones».
Datos para tener presentes
- En España, la prevalencia estimada de ERC es del 15,1 %.
- Y, de nuevo, aproximadamente dos tercios de quienes tienen la enfermedad no están familiarizados con su diagnóstico.
- La diabetes es la causa principal de la ERC en el país.
- Un importante porcentaje de las personas con insuficiencia cardíaca también tienen ERC (entre un 42 y un 53 %) aproximadamente.
- Entre los síntomas frecuentes en fases más avanzadas de la enfermedad figuran: dolor, fatiga, alteraciones del sueño, calambres musculares, picor, náuseas y vómitos, deterioro cognitivo, ansiedad y depresión.
- Un dato a destacar: más de la mitad de la población desconoce que la ERC puede desarrollarse sin presentar síntomas y que la diabetes tipo 2 puede aumentar el riesgo de problemas renales o cardiovasculares.
Iniciativas de cribado: un paso hacia la detección precoz
Conscientes de la necesidad de llevar el diagnóstico temprano a más personas, la Federación ALCER (Asociación para la Lucha contra las Enfermedades del Riñón) ha promovido la campaña “Actúa por tus riñones”, realizada en colaboración con la compañía farmacéutica Boehringer Ingelheim. Según informes, en ciudades como Madrid, Barcelona y Sevilla se han realizado en este marco análisis sencillos de orina y sangre, y ya han participado al menos 439 personas.
La iniciativa permitió hallar que el 27 % de los participantes mostraba indicios de posible ERC, y de esos, uno de cada cuatro no presentaba factores de riesgo previos reconocidos.
La directora de Medicina de la franquicia de salud cardiovascular, renal y metabólica de Boehringer Ingelheim añadió: «Acercar el diagnóstico temprano de la enfermedad renal crónica a la población es clave para mejorar el pronóstico y calidad de vida de los pacientes… sólo a través de la colaboración activa entre pacientes, profesionales sanitarios y entidades podemos promover la detección precoz, contribuir a enlentecer la progresión de la enfermedad y avanzar hacia una atención más preventiva y personalizada».
El riesgo genético de la Enfermedad renal crónica (ERC)
El riesgo genético de la Enfermedad renal crónica (ERC) se fundamenta tanto en alteraciones monogénicas (menos frecuentes) como en una arquitectura poligénica compleja que implica múltiples variantes de un solo nucleótido (SNPs). Estudios recientes estiman que la heredabilidad genética de la función renal está entre un 35 % y un 69 % según estudios familiares, y entre un 7 % y un 20 % si se considera únicamente la contribución de SNPs identificados mediante estudios de asociación genómica (GWAS). (SpringerLink)
Entre los SNPs más relevantes para la ERC se encuentran, por ejemplo:
- El polimorfismo rs59402340 en el locus TPPP, asociado con una mayor tasa de descenso del filtrado glomerular estimado (eGFR) en pacientes con ERC. (PubMed)
- El polimorfismo rs28629773 en el locus FAT1‑LINC02374, igualmente asociado con progresión de la enfermedad renal. (PubMed)
- Variantes en el gen UMOD (uromodulina) y en genes implicados en estrés oxidativo, reparación del ADN o sistema renina-angiotensina (como GPX1, GSTO1, MGP) también han mostrado asociación significativa con la presencia o severidad de ERC. (portalrecerca.uab.cat)
En resumen: aunque la presencia de uno solo de esos SNPs no determina inevitablemente el desarrollo de ERC, la acumulación de múltiples variantes de bajo efecto puede elevar significativamente el riesgo, especialmente cuando se combina con factores de estilo de vida, comorbilidades (como diabetes o hipertensión) y exposiciones ambientales.
Perspectivas y reflexión final
La detección temprana de la ERC representa una ventana de oportunidad para frenar su avance, mejorar la calidad de vida y prevenir complicaciones graves. La clave radica en reconocer que la salud de los riñones está fuertemente vinculada al bienestar cardiovascular y metabólico, y que realizar pruebas simples —como análisis de orina (que detectan albúmina) y sangre (para evaluar función renal)— puede marcar la diferencia.
Promover la educación, facilitar el acceso a cribados y adoptar un enfoque integral de salud —que tome en cuenta la vida, los hábitos, las comorbilidades y los factores de riesgo— son elementos esenciales en este camino.
Referencias
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Fecha: 17/11/25
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