Típico de los meses más fríos, posee una sustancia, la inulina, que se añade a algunos prebióticos para regenerar la mucosa digestiva. Es agua en un 95% y cuenta con la capacidad de ayudar a depurar el hígado después de un exceso de alcohol, grasas o medicamentos
De toda la gama de las verduras el cardo es, probablemente, una de las menos populares, pero no por ello menos interesante para la salud. Su presencia en la mesa se produce en los meses más fríos, de ahí que ahora esté en su mejor momento y se alargue hasta finales de febrero.
El cardo comparte, al igual que la alcachofa, una sustancia, la cinarina, responsable de otorgarle no sólo ese sabor amargo característico, sino también la propiedad de depurar la función hepática después de un exceso de alcohol, grasa, proteínas o algunos medicamentos. Como sucede con la mayoría de las hortalizas, «posee un elevado contenido de agua, alrededor de un 95 por ciento, hidratos de carbono y una moderada cantidad de fibra. Sin embargo, lo bueno de esta fibra es que cuenta con una parte importante de inulina, una variedad de fibra que alcanza el colon y se fermenta por las bacterias contribuyendo así a la regeneración de la flora intestinal», explica la doctora Marta Cuervo, profesora del departamento de Ciencias de la Alimentación, Fisiología y Toxicología de la Universidad de Navarra.
La inulina es una sustancia que se añade a algunos alimentos prebióticos con el objetivo de contribuir al mantenimiento del equilibrio de la flora intestinal. Además, esta sustancia cuenta con la ventaja de estimular el apetito y favorecer la digestión.
El secreto para garantizar la buena calidad del cardo reside en que en las zonas donde se cultive están bien regados. Por ello, en los huertos de Navarra hay unos cardos excelentes. Con el fin de facilitar su consumo, la industria alimentaria ha hecho posible que esta verdura esté disponible lista para tomar en tarros de cristal y se garantice todas sus propiedades beneficiosas.
El inconveniente del cardo fresco es que resulta engorroso a la hora de prepararlo porque tiene muchas hebras. Sin embargo, y al igual que sucede con las alcachofas, para que no se ponga negro lo mejor es remojarlo previamente con agua y unas gotitas de limón. Después, se vierte en agua hirviendo, pero poco a poco, no de golpe para que no pierda el hervor. A continuación, se deja cocer durante cinco minutos y se enfría en su propia agua», matiza Altuna. En la cocina, el cardo admite multitud de preparaciones culinarias.
Se puede preparar de diferentes maneras: rebozado, con almejas, en salsa verde o con una bechamel gratinada. Además, cocida o rehogada resulta perfecta si se está a dieta» recomienda Altuna. Una de las ventajas de esta hortaliza reside, según Cuervo, en que «en principio es un alimento apto para todas las edades siempre que no exista contraindicación. En el caso de que existan situaciones que contraindiquen su consumo como dietas restringidas en fibra y en patología renal que deban evitar su contenido en potasio, si se mantiene en remojo y se cambia varias veces el agua de cocción se podría reducir la cantidad de dicho mineral.
En planta
Al margen del cardo como verdura, existe el cardo mariano, una planta que se viene utilizando desde hace más de tres mil años por sus propiedades farmacológicas. En concreto, uno de sus componentes, la silimarina ha demostrado ser uno de los antioxidantes más potentes de la naturaleza con una importante actividad frente a distintas enfermedades iniciadas o agravadas por los radicales libres. Se ha estudiado la eficacia de la silimarina en distintos tipos de alteraciones hepáticas, principalmente en las producidas por el alcohol y en las de origen vírico, siendo de utilidad su empleo en estos casos.
En los trastornos digestivos, el cardo mariano se posiciona como la mejor solución para paliar sus síntomas, así como para eliminar toxinas o depurar el hígado. En concreto, una revisión de estudios elaborado por la revista «Phytotherapy Research» aseguraba que la silimarina «actúa como un antioxidante al reducir la producción de radicales libres y la preoxidación de los lípidos. Además, posee una actividad antifibrótica y podría actuar como un agente bloqueador de toxinas». Sin embargo, Navarro alerta de que «al tratarse de una planta que tiene categoría de medicamento hay que tomarlo en caso de problemas de secreción biliar o como coadyuvante en el tratamiento de afecciones hepáticas, pero siempre bajo prescripción médica o por recomendación del farmacéutico».
Fuente: Diario La Razón – España
Autora: ADELA SANCHIDRIÁN
Fecha:
Creada: 21.12.2022 18:23
Última actualización: 21.12.2022 18:23
Nota: Instituto Nutrigenómica no se hace responsable de las opiniones expresadas en el presente artículo.