Nuevos estudios se suman a la evidencia de un vínculo entre el número de copias del ADN mitocondrial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares
El nivel, o ‘número de copias’, del ADN mitocondrial — información genética almacenada no en el núcleo de una célula, sino en la mitocondria, creador de energía del cuerpo –es un nuevo y distinto biomarcador que es capaz de predecir el riesgo de ataques cardíacos y muertes repentinas por esta causa, una década o más, antes de que ocurran, informaron los investigadores.
Los investigadores del Johns Hopkins informan que el nivel, o ‘número de copias’, del ADN mitocondrial — información genética almacenada no en el núcleo de una célula, sino en la mitocondria, creador de energía del cuerpo –es un nuevo y distinto biomarcador que es capaz de predecir el riesgo de ataques cardíacos y muertes repentinas por esta causa, una década o más, antes de que ocurran. En el futuro, un análisis de sangre de esta información genética podría no sólo ayudar a los médicos a predecir de manera más precisa un riesgo de eventos cardíacos que ponen en peligro la vida sino también fortalecer las decisiones para comenzar — o evitar — un tratamiento con estatinas u otros fármacos.
Dos nuevos estudios sobre cardiopatías y muerte súbita y el ADN mitocondrial
Dos estudios, uno sobre enfermedades cardiovasculares publicado en JAMA Cardiology el 11 de octubre, y el otro centrado en la muerte repentina por evento cardíaco, publicado en el European Heart Journal el 30 de junio, revelan que incluir el número de copias del ADN mitocondrial mejoraba la precisión de las medidas clínicas utilizadas actualmente para el riesgo de un paciente de un evento cardíaco mortal.
En síntesis, mientras menor sea el número de copias, mayor es el riesgo.
“Creemos que el número de copias del ADN mitocondrial es un nuevo factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, adicional a predictores conocidos como las lipoproteínas de baja densidad, el colesterol total y la presión sanguínea, y añade sensibilidad y especificidad a la decisión de si deberías tomar estatina o no,” dice Dan Arking, Ph.D., profesor adjunto de medicina en el Instituto de Medicina Genética McKusick-Nathans y codirector del Centro de Mecanismos Biológicos del Centro de Independencia de Estadounidenses Mayores en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.
Para estudiar el rol del número de copias del ADN mitocondrial como un predictor efectivo de las enfermedades cardiovasculares, Arking y su equipo recolectaron datos genéticos de 21,870 participantes, compilados a través de algunos de los mayores y más antiguos grupos de estudio cardiovascular del país: el Estudio de Riesgo de Ateroesclerosis en las Comunidades (ARIC por su siglas en inglés), el Estudio de Salud Cardiovascular y el Estudio Multi Étnico de Aterosclerosis.
Los investigadores midieron los niveles de ADN mitocondrial relativos a los niveles de ADN nuclear y luego añadieron ese valor como un factor de riesgo del Calculador de Riesgo Cardíaco del Colegio Estadounidense de Cardiología/Asociación Estadounidense del Corazón.
El calculador, actualmente considerado el estándar de referencia para predecir el riesgo de enfermedades cardíacas, toma en cuenta el colesterol total, la presión sanguínea, el historial familiar, el historial de consumo de cigarrillos, el peso y otros factores de un paciente para predecir un riesgo de diez años de sufrir un evento cardíaco que ponga en peligro la vida.
Los nuevos hallazgos sobre cardiopatía y muerte súbita
“La recomendación general es que si tu riesgo es mayor al 7.5%, deberías comenzar a tomar medicamentos preventivos,” dice Arking.
Al final del estudio, Arking y su equipo predijeron de manera precisa que seis personas a quienes no habría sido recomendado un tratamiento bajo el cálculo estandarizado terminaron padeciendo un evento cardiaco que puso en riesgo sus vidas y 139 personas a quienes se habría recomendado un tratamiento no tuvieron eventos cardíacos.
“Esencialmente, nuestro estudio nos dijo que probablemente puedes retirar el fármaco de manera segura a 139 personas a quienes había sido prescrito y que seis personas a quienes no se les había recomendado el fármaco realmente deberían tomarlo,” dice Arking.
“Esto es importante porque aunque las estatinas son excelentes fármacos y claramente reducen el riesgo de enfermedades cardíacas, hay efectos secundarios y consecuencias asociadas con tomarlos, incluyendo dolor muscular, daño hepático y efectos neurológicos.”
Además de mejorar el valor predictivo del calculador de riesgo cardíaco, el segundo estudio aporta evidencia de que el número de copias de ADN mitocondrial también parece ser predictivo de muerte cardiaca súbita.
Utilizando métodos similares a los del estudio JAMA, Arking y su equipo midieron el número de copias de ADN mitocondrial de 11,093 participantes del estudio ARIC. Hallaron que durante el curso de 20.4 años, 361 participantes sufrieron muerte cardiaca súbita. Después de ajustar para otros factores de riesgo, los investigadores determinaron que los participantes con un número de copias de ADN mitocondrial relativamente bajo presentaban el mayor riesgo de muerte cardiaca súbita.
Nuevas investigaciones
“Tener al ADN mitocondrial como biomarcador potencial es muy útil ya que podemos usarlo para desarrollar herramientas que identifiquen de manera precisa los grupos que están en riesgo,” dice Arking.
Sin embargo, Arking advierte que se necesitan más investigaciones antes de que el ADN mitocondrial pueda ser utilizado clínicamente para predecir el riesgo de muerte cardiaca súbita: “nuestras medidas fueron todas relativas en el grupo de estudio. A fin de desarrollar una prueba clínica que funcione para todos, necesitamos un estándar para lo que constituye una cantidad ‘saludable’ de ADN mitocondrial y ese estándar podría variar entre diferentes poblaciones y grupos de edad.”
La muerte súbita en cifras y la genética
La muerte cardiaca súbita ocurre cuando el corazón repentina e inesperadamente deja de latir y es por lo general fatal si no se trata en un lapso de minutos. Los investigadores estiman que de 200,000 a 450,000 personas sufren anualmente un evento de este tipo en los Estados Unidos. No se trata de una oclusión como en un ataque cardíaco tradicional — aunque es a menudo provocada por uno — sino un mal funcionamiento de las señales eléctricas que permiten el corazón latir normalmente. Por esta razón, a menudo es difícil o imposible predecirlo.
“Esencialmente, dos de cada tres personas que experimentan muerte cardiaca súbita no presentan síntomas que le pudieran haber advertido a su médico del riesgo,” dice Arking. “Es por eso que nuestro grupo busca fervientemente marcadores genéticos para identificar a las personas que tienen el mayor riesgo.”
Arking dice que los investigadores todavía no saben qué respuestas y señales celulares específicas son responsables de cambios en el número de copias de ADN mitocondrial. “Es un biomarcador prometedor pero necesitamos aprender cómo funciona en realidad para determinar si es causal,” dice Arking.
Los niveles de ADN mitocondrial han sido implicados en muchos tipos de cáncer así como en la debilidad y mortalidad general. “Sabemos que muchas enfermedades se correlacionan entre sí, como la diabetes y la aterosclerosis,” dice Arking. “No sería sorprendente si halláramos que estos marcadores se ajustan a muchos fenotipos. Parece que si no se tienen suficientes mitocondrias, muchas cosas malas pueden pasar.”
Fuente: sciencedaily.com
Link: https://www.sciencedaily.com/releases/2017/10/171011121309.htm
Fecha: 11 de octubre de 2017
Fuente original de la historia:
Materiales proporcionados por Johns Hopkins Medicine. Nota: el contenido podría haber sido editado en estilo y extensión.
Referencia de la publicación:
Yiyi Zhang, Eliseo Guallar, Foram N. Ashar, Ryan J. Longchamps, Christina A. Castellani, John Lane, Megan L. Grove, Josef Coresh, Nona Sotoodehnia, Leonard Ilkhanoff, Eric Boerwinkle, Nathan Pankratz, Dan E. Arking. Association between mitochondrial DNA copy number and sudden cardiac death: findings from the Atherosclerosis Risk in Communities study (ARIC). European Heart Journal, 2017; DOI: 10.1093/eurheartj/ehx354
Nota: Instituto Nutrigenómica no se hace responsable de las opiniones expresadas en el presente artículo.